Es un tema que se ha silenciado demasiado y que finalmente sale a la luz: la pobreza menstrual. Cuando el acceso a productos de higiene menstrual se convierte en un lujo que algunas mujeres ya no pueden permitirse, solo queda una opción: ¡salir a las barricadas! Sin embargo, es un problema que afecta a muchas mujeres y niñas que guardan silencio al respecto. Tienen que enfrentarse a las consecuencias negativas de esta precariedad, tanto a nivel psicológico como de salud. Rompamos finalmente este tabú: revelamos el problema de la pobreza menstrual.
Si el precio de la regla es demasiado alto
La higiene menstrual es un aspecto elemental y fundamental en la vida de una mujer, pero... es una gran carga para el bolsillo. No tenemos idea de cuánto dinero deben gastar las mujeres en higiene menstrual. Si haces un cálculo rápido basado en el hecho de que la primera menstruación comienza entre los 12 y 14 años y dura hasta la menopausia (alrededor de los 45 a 55 años), una mujer tiene su período durante aproximadamente 39 o 40 años. Con un ciclo normal de 28 días al mes, esto da un promedio de alrededor de 500 ciclos en una vida!
Ahí, los gastos regulares para la higiene menstrual son una carga que pesa considerablemente. Los costos de la menstruación son diferentes para cada mujer. Dependen de los productos de higiene utilizados y su precio (copas menstruales, bragas menstruales, tampones, compresas, protectores diarios, etc.). En general, los productos de higiene menstrual reutilizables, aunque son bastante caros de adquirir, son los más adecuados a largo plazo para minimizar estos costos. Dado que son lavables, se pueden usar durante muchos años sin perder comodidad ni eficacia. Sin embargo, al calcular los costos de la menstruación, también juegan un papel otros factores: la cantidad de flujo menstrual, los embarazos, los costos del ginecólogo y posibles analgésicos. En una palabra, los hechos son claros: ¡menstruar es caro!
En 2017, la BBC estimó el costo de los productos de higiene menstrual en el Reino Unido en 1550 libras o 1730 euros durante la vida de una mujer. En 2015, Huffington Post presentó un estudio sobre este tema: una mujer inglesa gasta en promedio 18.000 libras en su menstruación a lo largo de su vida. En Francia, una mujer gasta solo en protección menstrual convencional, en promedio, alrededor de 8.000 a 10.000 euros en su vida. Estos son gastos enormes que muchas mujeres no pueden afrontar.
Pobreza menstrual: otra triste verdad para millones de mujeres
El hecho es que no todas las mujeres tienen las mismas oportunidades financieras. Muchas no pueden permitirse una protección menstrual cómoda. En todo el mundo, más de 500 millones de mujeres y niñas viven en precariedad involuntaria en lo que respecta a su protección durante la menstruación. Las más afectadas son las personas sin hogar y las estudiantes.
La pobreza menstrual tiene muchas caras: cuando una mujer menstruante no tiene productos de higiene, cuando no puede cambiar sus artículos de higiene regularmente o cuando tiene que recurrir a soluciones improvisadas e inadecuadas. Un estudio de 2019 estimó que más de una de cada tres mujeres en todo el mundo vive en pobreza menstrual. ¡Una estimación alarmante, y eso en el siglo XXI! Además, estos gastos, por importantes que sean, a menudo se relegan a un segundo plano cuando se enfrenta a dificultades financieras. Para muchas personas, la higiene femenina, a diferencia de otros productos de higiene, no se considera una necesidad básica. La elección entre la posibilidad de comer y tener suficientes compresas desechables se toma rápidamente. Los productos de higiene reutilizables son aquí una excelente solución que debería considerarse.
Pobreza menstrual: ¿cuáles son los riesgos y consecuencias?
Miremos detrás de las escenas. La pobreza menstrual conlleva enormes riesgos y tiene graves consecuencias para la salud y la psicología de la mujer. Debido a los altos costos de los productos de higiene menstrual, algunas mujeres se ven obligadas a prescindir de estos gastos. Tienen que conformarse con soluciones improvisadas que no protegen contra las filtraciones, son antihigiénicas y dejan residuos llenos de sustancias tóxicas que destruyen la flora vaginal y alteran el flujo menstrual. Tales soluciones que las mujeres en pobreza menstrual utilizan son, por ejemplo, papel de periódico, papel higiénico, esponjas e incluso calcetines!
En muchos países, no solo en los países en desarrollo, muchas niñas no van a la escuela durante su período porque no tienen productos de higiene, lo que resulta en un total de 145 días de ausencia escolar. Asimismo, algunas mujeres no pueden ir a trabajar o a entrevistas de trabajo porque no pueden permitirse productos de protección menstrual. Un cambio irregular de los productos de higiene provoca todo tipo de picazón, infecciones, irritaciones de la mucosa vaginal, alergias, incontinencia o incluso un shock tóxico. Desde el punto de vista psicológico, la situación no es mejor: la vergüenza sentida y las molestias secretas conducen a una pérdida de confianza en uno mismo, ¡un problema que debería alarmarnos!
Fin a la pobreza menstrual
Por supuesto, no deberíamos quedarnos de brazos cruzados y esperar a ver qué pasa. En Francia, asociaciones, ONGs, feministas e incluso personas privadas que luchan por el flujo menstrual libre instintivo están haciendo todo lo posible para generar un cambio, siendo el primer paso hacer pública esta desigualdad. Asociaciones como "Règles élémentaires", "Restos du cour", el colectivo "Ça va saigner" o "Les Glorieuses" se comprometen con este tema y llaman la atención sobre la pobreza menstrual a través de recaudaciones de fondos, manifestaciones pacíficas y peticiones. Las redes sociales se inundan con hashtags contundentes como #StopPrécaritéMenstruelle o #RespectezNosRègles para movilizar a todas las personas en la sociedad a reaccionar, especialmente al Estado. Youtubers e influencers apoyan activamente la campaña para poner fin a la pobreza menstrual de una vez por todas.
En 2016, se redujo el impuesto sobre los tampones en Francia (del 20 % al 5,5 %), y recientemente se han tomado iniciativas por parte de la caja de seguros estudiantiles para distribuir productos de higiene femenina de algodón orgánico sin sustancias químicas de forma gratuita en algunas universidades. En la Universidad de Rennes 2, en la Sorbona y en las universidades de Lille y Villeneuve, se ha implementado una distribución gratuita de productos de higiene femenina (kits de tampones y compresas, copas menstruales y compresas lavables ecológicas). También se planea instalar máquinas expendedoras de productos de higiene femenina de forma gratuita en los baños.
Muchas personas son conscientes de esta injusticia hoy en día y se comprometen a hacer algo al respecto. Son gestos loables, pero en realidad son aún insuficientes. Por lo tanto, los productos de higiene menstrual reutilizables, como los calzoncillos menstruales, que se pueden usar durante varios años, siguen siendo de lejos la mejor manera de ahorrar dinero durante la menstruación y, al mismo tiempo, estar bien protegidas.